martes, 15 de julio de 2014


Petite chapelle, París 2005.- Foto propia




PARÍS

Siempre que voy a París
echo de menos mis macetas de albahaca.
Si es en invierno sé que florecen con unas extrañas
flores de lana y papel.
Si es en verano, cultivo en ellas también sombreros
y girasoles.
Sólo el otoño en París
me permite embriagarme con la luz de Montmartre.
Mi albahaca nunca florece en otoño,
se entristece  conmigo paseando  los Campos Elíseos
y escuchando ¿te acuerdas? la voz de aquel niño.

...mon pauvre enfant, ta voix dans le Bois de Boulogne!*

*Âme, te souvient-il.- Verlaine





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